lunes, 19 de agosto de 2013

LOS SETENTA - Harold y Maude


TÍTULO ORIGINAL: Harold and Maude
AÑO: 1971
DURACIÓN: 91 minutos
PAÍS: Estados Unidos
DIRECTOR: Hal Ashby
GUIÓN: Colin Higgins
PRODUCCIÓN: Colin Higgins y Charles Mulvehill para Paramount
FOTOGRAFÍA: John A. Alonzo (C)
MONTAJE: William A. Sawyer y Edward Warschi
MÚSICA: Cat Stevens
INTÉRPRETES: Ruth Gordon (Maude), Bud Cort (Harold), Vivian Pickles (señora Chasen), Charles Tyner (el tío Victor), Cyril Cusack (el escultor Glaucus), eric Christmas (sacerdote), G. Wood (psiquiatra), Ellen Geer (Sunshine Doré)
GÉNERO:
comedia / drama // comedia negra / comedia dramática / amistad / vejez / película de culto





ARGUMENTO

Harold es un joven adinerado que vive con su madre y está obsesionado con la muerte. Para llenar su desocupada vida se dedica a fingir suicidios y a asistir a funerales y entierros de personas que no conoce. Su madre no le hace mucho caso y, aunque parece acostumbrada a los falsos suicidios de su hijo, está harta de sus rarezas. Intenta que se normalice y para ello acude a psiquiatras y a un familiar militar para que hable con el chico; intenta incluso alistarlo en el Ejército. Como nada da resultado, decide buscarle una novia y no duda en acudir a una moderna agencia para elegir la mejor esposa por ordenador. Harold, por su parte, conoce a Maude, una mujer que pronto cumplirá 80 años y que también asiste a entierros y funerales. Los dos congenian bien y el joven descubre el mundo con ella. Maude es un espíritu libre que busca experiencias nuevas cada día y siente la necesidad de vivir intensamente cada instante. Entre ambos surge el amor y a pesar de la diferencia de edad y del entorno familiar el joven quiere casarse con ella. Maude también quiere a Harold pero cree que los 80 años es la edad perfecta para morir: no parece que haya tiempo para casarse.



COMENTARIO

Cuando se estrena la película, Estados Unidos vive un momento crítico, su forma de vida y sus ideales se tambalean. Los jóvenes soldados americanos siguen muriendo en Vietnam, mientras que la población reclama el fin de una guerra que ya se ve perdida y que supone un duro golpe para el orgullo americano. El movimiento hippy todavía tiene fuerza y, aunque ha empezado su declive, su estética y sus consignas pacifistas siguen teniendo vigencia. En mayor o menor medida, todos estos acontecimientos, aunque indirectamente, forman parte de este insólito film, el segundo de Hal Ashby. Ashby es conocido en el mundo del cine por su trabajo como montador, donde ha adquirido un considerable prestigio, especialmente después de obtener un Oscar de la Academia por el montaje de El calor de la noche (In the Heat of the Night, Norman Jewison, 1967); cuenta ya cuarenta años cuando emprende el camino de la dirección con un título que no se estrena en España, The Landlord (1970), un film con cierto éxito que inaugura la mejor década en su carrera como director, que cuenta con títulos como Shampoo (1975), El regreso (Coming Home, 1978) y Bienvenido Mr. Chance (Being There, 1979). La posterior década es más que irregular y sus filmes pierden la originalidad de los comienzos. Su último film es Ocho millones de maneras de morir (Eight Million Ways to Die), realizada en 1986, dos años antes de su muerte en Malibú.

Lo único convencional en este film es el título, Harold y Maude; a partir de ahí nada es lo que debería ser. El guión de Higgins invierte totalmente los papeles y los códigos habituales de conducta de nuestra sociedad. El joven veinteañero viste como un rancio y oscuro "señor", sigue las normas escrupulosamente y evita la confrontación directa con cualquier tipo de autoridad. Mientras que la anciana octogenaria rebosa vitalidad, se rodea de colorido y viste prendas desenfadadas; reivindica el pacifismo y la ecología, ella es quien se salta las normas y se enfrenta a la autoridad, ama la libertad mientras que el joven desconoce su significado. Es un mundo al revés: una hippy de ochenta años y un acomodado y aburrido burgués de veinte. El planteamiento de la historia de amor es también insólito y de nuevo hay una alteración absoluta de los códigos socialmente admitidos: el joven se enamora de la anciana de ochenta años. Todavía en los comienzos del siglo XXI la relación entre una mujer mayor y un chico joven suele considerarse como mínimo inapropiado y muy frecuentemente vergonzosa.

Sin embargo, la historia de amor entre el joven suicida y la hippy octogenaria es un pretexto que Asbhy utiliza para hacer un cuento de adultos en el que se mezclan toques de humor negro con situaciones insólitas y con unos personajes típicos y tópicos hasta rozar el absurdo. Para conseguirlo el director planifica cuidadosamente las tomas y el montaje, en el que Harold, tras comunicar a su madre el deseo de casarse con Maude, asiste a las sucesivas "recomendaciones" del Ejército, el psiquiatra y el sacerdote.

En primer lugar, está el poder militar: el general Ball (su tío) aparece en su escritorio enmarcado por las banderas y la fotografía de Nixon, que, a pesar de estar colgado detrás, el espectador percibe con más nitidez y mayor tamaño que el rostro del actor; su tío se ve en la obligación de informarle de que su matrimonio no parece "muy normal".

A continuación es el turno del psiquiatra, que, con la foto de Sigmund Freud de fondo, se esfuerza en explicar que, si bien es lógico que se sienta atraído por su madre, no puede entender que "se enamore de su abuela". De nuevo, cambio de plano y ahora tenemos la moral cristiana representada por el sacerdote, igualmente sentado en un escritorio pero flanqueado en esta ocasión por la fotografía del Papa. El religioso hace esfuerzos por contener las náuseas mientras explica que imaginar el contacto sexual con un cuerpo viejo le resulta repugnante; parece que va a vomitar al espectador, especialmente porque el zoom termina con un primer plano del sacerdote. El aderezo lo proporciona la música de Cat Stevens, que da un aire festivo a toda la cinta y que otorga un aire de comedia a planos y secuencias -cementerios, entierros- que con otra banda sonora serían muy dramáticos.

Con el paso del tiempo se ha convertido, para algunos cinéfilos, en una película de culto, pero es un calificativo que se podría discutir mucho. A pesar de lo exagerado de los tópicos que aparecen en la cinta, su crítica irónica sigue teniendo sentido porque ciertos tabúes siguen inmóviles -la muerte, el amor y la belleza de la vejez-, y las instituciones parodiadas todavía mantienen su cuota de poder en la sociedad actual. Tuvo una acogida modesta entre el público, pero la dirección despertó interés e impulsó la carrera de Hal Ashby. Ruth Gordon (encantadora interpretación) y Bud Cort fueron nominados para los Globos de Oro estadounidenses. En España fue vista por más de 300.000 espectadores y su original historia consiguió la Espiga de Oro en la Seminci de Valladolid.


Como otros directores, Hal Ashby juega con su público y hace una fugaz aparición en pantalla, mirando el tren eléctrico en la feria donde un barbudo personaje muy a tono con la estética hippy se interpone entre los dos protagonistas: es el propio director. Aunque no es habitual encontrar una historia de amor de este tipo en el cine, se ha utilizado frecuentemente la idea del joven inexperto seducido por la mujer con experiencia. En este sentido encontraremos un título de Robert Mulligan del mismo año, 1971, Verano del 42 (Summer of 42) aunque, sin ninguna duda, la más conocida es El graduado (The Graduate, Mike Nichols, 1967).

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