A principios de los setenta, la criminalidad se había disparado en
Estados Unidos, y se consideraba a San Francisco como la segunda
ciudad más peligrosa del país: uno de cada veinte de sus habitantes había
cometido algún delito. Mucho trabajo para Harry Callahan, inspector de
policía capaz de terminar con los asaltantes de un banco sin dejar el almuerzo
para más tarde. Todo gracias a su Magnum 44, herramienta de trabajo y único amigo para un tipo solitario, compungido y de métodos expeditivos que aparenta odiar a todo el mundo, sin distinción de razas, como
gusta de precisar para que no haya malentendidos. Así le conocemos en Harry, el sucio (Dirty Harry, Don Siegel, 1971), estupendo thriller que no ha hecho más que ganar poder de persuasión con el paso del tiempo.
Le seguirían cuatro secuelas que acabaron de dibujar los rasgos de un
icono que, posteriormente, ha servido de inspiración a cualquier tipo duro
con ganas de empuñar un arma en la pantalla.
En un momento del film, Harry pasa junto a un cine en el que se proyecta Escalofrío en la noche (Play Misty for Me, 1971)", ópera prima de Clint Eastwood. Harry el Sucio es Clint Eastwood, pero podría haber sido
Frank Sinatra, John Wayne o Paul Newman, actores de probada eficacia en el terreno del thriller que, por diferentes motivos, se desentendieron del tema. En cualquier caso, con ellos la película no habría sido la misma. El personaje acabó de cobrar forma cuando Eastwood, a través de su productora
Malpaso, se hizo cargo del proyecto confiando la dirección del mismo
a Siegel, maestro con el que ya había trabajado en La jungla humana (Coogan's Bluff, 1968), el western urbano que prefigura Harry, el sucio.
Antes que sus cuatro y nada desdeñables secuelas, el primer caso del inspector
Callahan destaca por haber fundado un mito, el del mesías de un
nuevo cine de acción. No en vano la primera palabra que pronuncia Harry
en el film es "Jesús". Sale de sus labios al leer la nota amenazante de su
némesis, Scorpio, un asesino aniñado de aspecto beatnik (Andrew Robinson)
al que se le escapará la misma bendita expresión cuando distinga
la inconfundible silueta de Harry esperándole en lo alto del puente de una
autopista. Antes, un primer enfrentamiento ha tenido lugar cuando Scorpio
trata de asesinar a un clérigo y Harry se lo impide disparando al pie de
un enorme cartel luminoso que reza "Jesus Saves".
No es de extrañar que la aparición de un policía brutal que no duda en
cruzar los límites de la ley y tomarse a la ligera la presunción de inocencia
sentara fatal entre la crítica más liberal de un país traumatizado por Vietnam.
Posiblemente sobrepasada por los recientes estrenos de La naranja
mecánica (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971) y Perros de paja (Straw Dogs, Sam Peckinpah, 1971), la prestigiosa Pauline Kael, que
había defendido con uñas y dientes Bonnie y Clyde (Arthur
Penn, 1967), no dudó en cargarse la película tildándola de "fascista".
Otros críticos como Roger Ebert siguen apoyando la moción, pese a que,
para suavizar las cosas, en la siguiente entrega de la saga, Harry, el fuerte (Magnum Force, Ted Post, 1973), Callahan plantaba cara a un grupo
de policías motorizados que habían decidido tomarse la justicia por su mano.
Cuando estos, creyendo ver en Harry a su alma gemela, le plantean la
clásica dicotomía reaccionaria ("con nosotros o contra nosotros"). Callahan
lo deja claro: "Creo que me juzgasteis mal". No solo va por ellos.
HARRY, EL VIDEOJUEGO
Después de La lista negra (The
Dead Pool, Buddy Van Horn, 1988), a sus 58 años Clint Eastwood
pensó que lo siguiente que le
tocaba a Harry era retirarse
definitivamente y dedicarse a
pescar. Sin embargo, el inspector
Callahan sigue dando mucha
guerra. Malpaso Company estrenó
en el año 2007 un nuevo videojuego
sobre el personaje. El primero
salió en 1990.
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