jueves, 15 de agosto de 2013

PERSONAJES: Madeleine Elster

"Lo que me gusta de Alfred Hitchcock es que deja muchos finales abiertos, que lanza pistas que no siguen nuestra lógica o que incluso no la tienen". La actriz Kim Novak resumía con estas palabras su opinicón sobre el cineasta que la dirigió por primera y última vez en Vértigo (1958). Pues bien, la Madeleine Elster a la que dio vida en este clásico incontestable encarna esas conclusiones. Modelo de infinidad de películas sobre personalidades duplicadas, veladas o fragmentadas, la dama de clase alta que compuso bajo las órdenes de Hitchcock es rotundamente imprevisible, actúa según una lógica que solo ella conoce y sus gestos no se corresponden con sus intenciones. Posee el aura enigmática de los mejores personajes femeninos del cineasta, entre ellos el de Ventana indiscreta (1954) y el de Marnie, la ladrona (1964), y tiene el arma ideal para explotar su misterio: un atractivo sobrenatural.


Kim Novak, que ya se había hecho un nombre a su paso por películas como Picnic (Joshua Logan, 1955) y Pal Joey (George Sidney, 1957), donde también ponía en práctica sus dotes de seductora, encarnó con entrega un personaje que Hitchcock había pensado para Vera Miles, a quien dirigiría en Psicosis (1960). El director y la diseñadora de vestuario Edith Head cuidaron al detalle el look, y buscaron una indumentaria que acentuara su secreto. Se decantaron por un traje de chaqueta gris que contrastaba con el cabello de color plata de la actriz (quien dijo que su peinado en el film era el que lucía antes de entrar en el proyecto) y que borraba con su neutralidad toda pista sobre el personaje.
 

Así, vestida de gris marengo, Madeleine seduce a Scottie Ferguson, el detective con acrofobia que contrata su esposo (Tom Helmore) para seguir sus pasos. Encarnado por James Stewart, el investigador pierde la cabeza por esa mujer que pasa las horas muertas frente al retrato de su bisabuela y a la que llega a salvar de un intento de suicidio. De la relación entre ambos y del descubrimiento del secreto de la protagonista -que en realidad es otra mujer, de nombre Judy Barton- brotan algunos de los temas principales de la filmografía del autor de Extraños en un tren (Strangers on a Train, 1951). Es el caso de las falsas identidades, el voyerismo y la obsesión llevada al límite. Cabe añadir un dato curioso sobre este último aspecto. Vértigo: De entre los muertos fue escrita por los guionistas Alec Coppel y Samel A. Taylor a partir de una novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac. No obstante, cuenta la leyenda que se trata de una película autobiográfica, que la historia del detective cegado por la bella rubia es una recreación metafórica de la fijación de Hitchcock por la actriz Grace Kelly, a quién dirigió en Crimen perfecto (Dial M for Murder, 1954), La ventana indiscreta y Atrapa a un ladrón (To Catch a Thief, 1955), y de la que estaba platónicamente enamorado. La tristeza que le produjo que esta aparcara su carrera como actriz tras casarse con el príncipe Rainiero de Mónaco, a quien conoció precisamente durante el rodaje de su tercera película con el cineasta, pudo llevarle a concebir Vértigo: De entre los muertos, una historia de obsesión y amor frustrado. De ahí que este diario íntimo sobre un demiurgo necrófilo que intenta recrear su pasión como si de una ficción se tratara, tenga tantos espejos repartidos en sus bellísimas secuencias. Hitchcock quería reflejarse en él. 


SUICIDIO DESPEINADO
En un momento clave de Vértigo: De entre los muertos, Madeleine/Judy intenta suicidarse lanzándose a la Bahía de San Francisco. Según se cuenta, la primera toma de esa escena ya era perfecta, pero Hitchcock decidió rodarla unas cuantas veces más porque le divertía ver a Novak, impecablemente vestida y peinada, caer al agua.

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